¿Tú qué me ofreces?

¿Tú qué me ofreces?

Kal Darkfolk

Cuando escribo sobre BDSM, prefiero hacerlo basado en las propias vivencias más que en la filosofía, poesía o fantasía que el BDSM puede llegar a inspirarnos. Me imagino a mi mismo en una charla de café sin las formalidades ni protocolos; con la misma espontaneidad y calidez que se tendría al compartir una bebida tibia con algún amigo cercano al cual me es siempre agradable ver. Y precisamente fue así como surgió este escrito, platicando en un íntimo café de la colonia Roma con algunos amigos que recién comenzaban en el BDSM. La pregunta obligada indiscutiblemente es: ¿cómo conseguir sumisa dentro del mundo del BDSM? Me refiero a chicas que ya están en la comunidad, que son practicantes y que, además, conocen las reglas y subterfugios de pertenecer a una comunidad ya sea real o virtual. El punto me sorprendió enormemente pues mi “expertice” (por llamarlo con algún termino) son las chicas vainillas, de esas que uno encuentra en la escuela, la oficina o coladas entre los vecinos pero muy rara vez dentro de las comunidades establecidas del BDSM.

Así que, para efectos prácticos establecimos una momentánea y extra oficial clasificación entre sumisas inmersas y las recién abducidas del mundo vainilla.

Personalmente creo que una sumisa, llamémosla “inmersa” haciendo alusión a que tiene ya amplios conocimientos en el tema así como en las sociedades de practicantes, suele ser un tanto más compleja que una chica vainilla sin experiencia. Las ya iniciadas regularmente tienen en mente algo más o menos claro sobre qué esperar respecto a su próximo amo; regularmente sabrá establecer limites, conocerá algunos términos y se moverá -en muchas ocasiones- con la cautela que lo haría una gacela cuando está en el coto de caza de algún depredador. Mientras que una vainilla, si bien son difíciles de convencer, al hacerlo se dejan llevar por las sensaciones y el descubrimiento de nuevas experiencias. En este sentido una “sumisa inmersa” le llevará mucha ventaja en cuanto a practicas se refiere y por supuesto sabrá con más exactitud lo que un amo puede o no ofrecerle.

¿Y a qué viene toda esta reflexión de la sumisa inmersa vs la vainilla abducida? Simple, a la sumisa inmersa se le va a pedir que cumpla con ciertos requisitos y elementos que debe ofrecerle por voluntad propia al amo, tales como: fidelidad, respeto, pasión, entrega, -en casos extremos- hasta un físico determinado. Pero, ¿qué ofrece el amo?

Cuando estés en busca de una sumisa pregúntate “qué tienes tú como amo que los demás no tienen y que puede llegar a ser atractivo para una sumisa”. Esta auto pregunta es básica para poder iniciar una relación BDSM con el nivel de seriedad y compromiso suficiente para que sea exitosa.

Hay “amos”, y lo pongo entre comillas pues cuando una sumisa les hace esta pregunta suelen ofenderse, que no conciben que se les pregunte qué va a ofrecer a cambio de la sumisión, y es algo QUE TOD@S L@S SUMIS@S deberían preguntar al principio del ofrecimiento.

¿TÚ, COMO AMO, QUÉ ME OFRECES A CAMBIO DE MI ENTREGA? Puede que el amo use palabras como: severidad, un buen dominante, ratos divertidos, excelente sexo, etc. Pero, en lo personal, a mi esto me suena a indicadores de alerta. Puede decir algo como: “te ofrezco ser un guía, un tutor experimentado que te llevará por los caminos desconocidos pero maravillosos del BDSM y te hará sentir cosas que jamás has sentido”. Lo que suena un poco mejor pero aún me daría algo de desconfianza. Mi recomendación para amos a la hora de hacer “ofrecimientos” es siempre ir a lo realista, sin tanta ambigüedad, por ejemplo: “te ofrezco discreción, prometo que no te voy a estar llamando cada minuto del día, respetar tus espacios, platicar y retroalimentarme con tus experiencias y necesidades.” Incluso se puede hablar de recursos sin entrar en la cuestión material: “tengo un lugar donde podemos sesionar, no tengo problemas de horario, trabajo en un Cinemex, así que tendrás películas gratis… Ja”, etc. Básicamente busquen alguien con quien se sientan a gusto y tenga elementos afines a ustedes.

Si eres dominante, piensa muy bien qué le vas a ofrecer a la sumisa. No puedes (no deberías) llegar con un prospecto y decirle: “soy AMO FULANO, 30 y tantos años y busco perra para educar. Que aguante el dolor y sea muy servicial. Informes: inbox”. Esa técnica es tan funcional como llegar a un antro con la chica más guapa y decirle: “hola, soy FULANO y busco novia para agarrarle las tetas”. Lo más seguro es que te manden por un tubo en 2 segundos, o posiblemente funcione con una chica que esté muy desesperada, y no queremos eso, ¿verdad? Hay que recordar que nuestra sumisa es nuestro orgullo, es a quien conquistamos con nuestra astucia, perseverancia y técnica, así que debemos tratarlas como esa meta a conquistar aún antes de ofrecerles dominación.

Cuando ofrezcas, sé muy honesto. No hay nada peor en el mundo del BDSM que un AMO deshonesto, pues puedes poner en peligro la vida, la integridad o la seguridad de ambos. Incluso podrías quemarte con facilidad ante la comunidad de practicantes, que gracias al internet es más conocida y cerrada. Por ejemplo, el típico AMO que ha leído muchos relatos y dice ser “acaudalado” y soltero, pero en el momento de la cita lleva a la sumisa a un hotel barato y ni siquiera es capaz de comprar su propio material, y todo termina en una vergüenza terrible tanto para él como para la sumisa. O aquél que dice que tiene mucha experiencia pero que al momento de la sesión la sumisa lo está corrigiendo a cada minuto porque ya anda atando o azotando de manera incorrecta… ¡y miren que me sé varios casos!

No se preocupen si creen que no tienen mucho que ofrecer, todos tenemos algo y, aunque suene demasiado cursi, habrá algo especial que alguna sumisa sepa valorar. No se requiere ser bello, acaudalado o experto; se puede ser pobre, estudiante, vivir con los papás y además ser feo y, aún así, poder ofrecerle muchas cosas interesantes a la sumisa, como la creatividad, un buen tema de conversación, cultura aceptable, etc. La clave está en que las cosas que ustedes ofrecen sean distintivas, para que los destaque entre el mar de candidatos que están tras una sumisa. Y créanme, eso se aprecia más, en ciertas ocasiones, que una sesión con el más experimentado y acaudalado de los dominantes.

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