La primera vez que hice un trío, estaba en una relación con un hombre mayor que yo por 17 años. Y la razón más allá de querer incluir a un tercero en nuestra relación fue comprobar si realmente me gustaban las mujeres, ya que en aquel entonces, aunque yo ya me asumía como bisexual, nunca había estado con una. Así que mi entonces novio me propuso contratar a una escort para este fin.
Ni tardos ni perezosos contactamos a una chica que accedió a estar en trío, obviamente previo acuerdo con mi ex en el sentido de que él no podría tocar ni interactuar con la chica, solamente mirar. Él aceptó y yo, además de pasarla sensacional, comprobé que sí era bisexual.
Hasta hace poco caí en cuenta de que esa fue la primera vez que incluí a un tercero en mis relaciones. Años después y ya estando con mi actual pareja nos planteamos la posibilidad de incluir a terceras personas.
Debo confesar que con mi actual pareja lo hicimos porque estábamos pasando por una mala época y debo confesar también que se trató de un error que por poco nos cuesta la relación; fue realmente un suplicio al final. La falta de comunicación con mi pareja, el guardarme las cosas hasta que se hicieron una bomba de presión y la falta de claridad de la tercera persona fueron factores que nos dieron una lección grande y nos quitaron por un rato las ganas de volverlo a hacer.
Y es que abrir la relación a incluir a más personas, ya sea permanente, temporal u ocasionalmente no es cualquier cosa y tampoco es para todos. Debe existir una comunicación y confianza total; además de no hacerlo por tapar alguna carencia, mala época o problema y, por supuesto, tampoco por complacer a la pareja.
En la mayoría de los casos se incluye a un tercero para obtener placer y ese es el principal objetivo, el problema viene cuando alguna de las partes involucradas pierde el objetivo en el camino.
Hay que ser muy claros en todo esto y no olvidar que el eje principal, si así lo decide la pareja, es la misma pareja. El tercero es un invitado a la mesa o, en este caso, a la cama. Un instrumento para alcanzar el placer en pareja que a su vez obtendrá placer de nosotros.
Nosotros actualmente somos claros en este sentido y desde un principio planteamos a las personas con las que llegamos a interactuar que la médula somos nosotros y que siempre vamos a velar por nuestra pareja. Esto incluye que, si en algún momento cualquiera de los dos se siente a disgusto, en ese momento termina la relación con el tercero. Esto nos ha ayudado a aminorar en gran medida cualquier problema. Lo que no quita que mantengamos una comunicación constante.
Ser conscientes de que, en esta sexociedad, involucrarnos con terceras personas también es un tabú, nos ayuda en gran medida para abrir nuestra relación si así lo deseamos. A veces es bueno cuestionarnos por qué nos sentimos mal si nos planteamos la posibilidad de estar con terceros. ¿Es porque la sexociedad nos ha dicho que debemos sentirnos mal? ¿El que nuestra mujer o nuestro hombre, o nosotros mismos disfrutemos con alguien más es realmente perverso? A veces son estas cuestiones las que realmente nos atormentan al momento de mantener una relación de este tipo.
Existen muchas formas de abrir la relación a terceras personas como el mundo swinger, la poliarmonía, los follamigos, el cuckold, pero cualquiera que sea la forma en que la pareja se abra, no hay que perder de vista que la inclusión de terceros siempre debería de ser con pleno consentimiento y conocimiento de todas las partes involucradas, a fin de garantizar un bienestar para la pareja y, por supuesto, del tercero.
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