Reflexiones de una sumi novata: Vida vainilla Vs Vida BDSM

“Soy practicante de BDSM, en el rol de sumisa” le dije a una amiga vainilla a quien quiero y conozco desde hace 20 años. Me dijo que ésa era mi vida íntima y que ella me quería por quien era y no por lo que hacía en mi recámara. Otro amigo simplemente se alejó. Otros se ofrecieron a ser mis “Doms” cuando no saben ni lo que significan las siglas. Pero lo más duro fue enfrentar a mi familia, quien me dio la espalda casi en su totalidad.

Salir del “clóset” y decirle al mundo que se es practicante de BDSM es una decisión personal. En mi caso fue por descuido, pero pues pasó y ya qué. Me enfrenté a la crítica y las ofensas familiares, y llegó el punto que estuve frente a una encrucijada: seguir disfrutando de mi sexualidad como a mí me place o dejarlo y dar gusto a lo que las personas conservadoras a mi alrededor me exigían.

Pues los que me conocen pueden dar fe de que seguí mis preferencias. Claro que el camino no ha sido nada fácil: he tenido que restringir mi cuenta de Facebook y de repente cerrar la de Twitter por amenazas de parte de los miembros de la familia. Fue entonces que una querida amiga me hizo reflexionar sobre esa parte de darle gusto a la sociedad sólo porque es lo políticamente correcto. No puedo actuar por miedo, porque a final de cuentas no hago nada malo; sólo tomé el control de mi cuerpo y, sobre todo, el control sobre mis decisiones. Claro que todo tiene un precio, pero ¿cómo puedo ser coherente si le digo a alguien: “busca siempre la forma de ser feliz y lucha por ti”, si al final el ejemplo que daba era de bajar la cabeza y hacer lo que me decían, ya fuera por comodidad o miedo? Ok. El tema es vida vainilla Vs vida BDSM y las reflexiones a las que he llegado serían:

  1. Jamás podremos darle gusto a todos, eso es un hecho. Lo importante es darnos gusto a nosotros mismos.
  2. Somos libres de vivir nuestra sexualidad como nos plazca, a fin de cuentas es nuestro cuerpo
  3. Estar tranquilos y saber que lo que hacemos no es malo, sólo es una forma diferente de disfrutar, o sea; no nos iremos al infierno ni recibiremos un castigo divino.
  4. Aunque no todos podemos ser abiertos sobre la práctica que llevamos en la intimidad, tampoco debe apenarnos hablar de ello. OJO: no se trata de andar gritando a los cuatro vientos: “¡Hey! Soy sumisa/Dominante y me gusta que me sometan/someter”, porque hay mucho prejuicio, pero igual, si alguien pregunta sobre el tema o vemos que tienen un enfoque erróneo, informar.
  5. El BDSM forma parte de nuestra vida, es un complemento a nuestro disfrute, pero no debe regirla. También se debe disfrutar de esos momentos vainilla como salir al cine o tomar un café.

Para terminar mi reflexión, me gustaría decir que me parece que no soy la única que ha tenido conflictos por salir del clóset bedesemero o que los ocultaba a ciertas personas, así que no están solos; únicamente no desesperen y no olviden que lo importante es saber lo que los hace felices y luchar porque nadie les diga que los motivos para serlo son malos.

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