Autocuestionamiento del machismo

Nosotros los caballeros de calabozo consideramos importante el trabajar
arduamente en cuestionarnos a nosotros mismos sobre el machismo que puede (o no) pasar desapercibido en la convivencia de espacios BDSM. Pero para poder cuestionarnos sobre machismo, consideramos sensato definirnos que es el machismo primero. Simone de Beauvoir nos arroja una primera luz en la siguiente frase:
“Nadie es más arrogante hacia las mujeres, más agresivo o desdeñoso,
que el hombre que se siente ansioso respecto a su virilidad”.

Es un muy buen primer paso, pero para llegar a la definición que queremos, habrá que desglosar las variables de esta afirmación. ¿Qué es género hombre? ¿Qué entendemos por virilidad? Respondiéndonos estas preguntas podremos llegar a una definición de machismo y así empezar a elaborar sobre la misma.

Hombre, es una categoría de género. Lo complicado de las categorías es que definen algo sin poder ser definidas con precisión. Esto gracias a que son un intercambio de signos, estos signos tienen una dimensión cualitativa que sólo opera a forma de un sistema. Podemos definir a un hombre por varias vías; poniendo un burdo ejemplo: Un hombre PUEDE tener barba y este a ser un indicador del ser hombre, sin embargo esto no significa que 1. Quien no tenga barba no sea hombre y 2. Quien tenga barba no es obligatoriamente un hombre.

Como vemos los signos no determinan, solo destellan, les asignamos un valor y una lectura. Son atribuciones sociales de sentido. Lo que nos puede arrojar nuestra primera definición:
Un hombre no es ser lo que quieras ser, un hombre ES QUERER SER un hombre. Un hombre es la voluntad de definirse a uno mismo como tal, un hombre es el conjunto de signos de los que el Sujeto se apropia y expresa, pues estos signos son mayormente de origen cultural, y los de origen orgánico (como la barba) tampoco son definitivos. Solo definen cuando están inscritos en un sistema y cuando la voluntad del Sujeto los hace operar. Valdría la pena entonces echarle un ojo al sistema donde estamos inscritos, porque así podremos acercarnos a nuestra segunda variable: Virilidad.

Nuestro sistema occidentalizado nos ha brindado opciones dicotómicas desde nuestro nacimiento, la opción hombre-mujer que se inscribe obligatoriamente en nosotros desde antes de nacer, cuando en el ultrasonido se aprecian los genitales, y desde ahí, hasta que el Sujeto pueda adquirir agencia sobre el juego de signos que supone el género (si es que adquiere tal) puede empezar a definirse y cuestionarse. Pero entonces como se instruye un hombre en el ser hombre, Como adquiere esa Virilidad. La respuesta es el Diálogo. Es por medio del diálogo que la Virilidad se construye y se hace presente. Es el diálogo el que hace que los signos de género circulen, se intercambien y sean reconocidos. Entonces observamos que la virilidad es reconocer el QUERER SER HOMBRE en el Otro (si, así con mayúscula) y que el Otro reconozca el QUERER SER HOMBRE en mí.

Entonces podemos afirmar que hay un poder inmenso en mí, al ser el Otro de alguien más. El verdadero y único problema del ser humano es el Otro, porque su humanidad le estorba, no le deja SER LO QUE QUIERA SER, pero no podemos vivir sin su afección, por lo tanto QUEREMOS SER ALGO un hombre, una mujer, un no binario, un licenciado, un piloto, un Dominante, una Ama o lo que sea, mientras el Otro reconozca que somos eso que queremos ser.

Entonces está en nosotros el abrirnos a ofrecer y reconocer, nuevas y diversas formas de QUERER SER HOMBRE. El hombre está en la voluntad y agencia de serlo y no en los signos que lo evidencian, pues estos son arbitrarios, subjetivos y varían según el contexto, y sobrevalorarlos o exigirlos al Otro, no es QUERER SER HOMBRE, es TENER QUE SERLO y eso define al macho, no al hombre.

TENER QUE SER… significa que el Otro tiene mayor poder sobre mí, del que tengo yo. Entonces el Otro me define, me obliga y me imposibilita el Diálogo, en otras palabras me vuelvo su Objeto.

Ya por fin tenemos los argumentos para definir MACHISMO: En una conversación habitual con la Doctora Blanca López, Ella habla sobre el machismo:
“La posición machista es de Objeto Infantil, no puede acceder a la posición
adulta”

Ya vimos que Hombre solo es el que quiera serlo, y el macho es el que tiene que serlo, el hombre es sujeto, el macho es objeto, objeto infantil
El HOMBRE no abusa
El HOMBRE no acosa
El HOMBRE no viola
El HOMBRE no mata
El HOMBRE toma agencia de lo que quiere ser.
El NIÑO – OBJETO Agrede a la Mujer por sentirse intimidado por ella.

Estos arranques son los que Beauvoir menciona en esa “ansiedad por su virilidad” en esa ansiedad por tener que ser algo, tener que probarle algo por medio de la obligación y no del diálogo a ese Otro.

El machismo es una relación donde el Macho le exige al Otro que le sostenga su posición de objeto Infantil. Ahora que brindamos una definición a Machismo observamos que el problema está en acceder a la posición adulta, que sabe que el Otro es completamente distinto, pero que convive con él en equidad.

Para comenzar a cuestionar este Machismo nos conviene aquí introducir otras dos preguntas:
¿Si SER HOMBRE es QUERER SERLO entonces…?
¿…QUÉ ES ESO QUE QUIERO SER?
¿… y POR QUÉ QUIERO SERLO?
Sabemos que la carne de los mamíferos viene en dos configuraciones, MACHO y HEMBRA (sin olvidar la existencia de la intersexualidad) y le hemos atribuido a esta dicotomía orgánica factores culturales en función del trabajo, ¿para qué sirve un MACHO? ¿Para qué sirve una HEMBRA? Y ese TRABAJO es lo que ha creado instituciones, sociedades, estados, etc… en pocas palabras, somos un ANIMAL POLÍTICO. ¿Por qué animal? Pues porque el animal funciona así, su supervivencia depende de hacer solo lo que tiene que hacer, REPRODUCIRSE.

Aquí nos encontramos con un gran problema, pues un ANIMAL POLÍTICO cuya única misión es cumplir con el TRABAJO de REPRODUCIRSE no define lo HUMANO. Lo HUMANO es DEGENERADO y OCIOSO, dos adjetivos que, si suenan peyorativos es a consecuencia de esos factores culturales del TRABAJO que mencionaba antes, DEGENERADO pues no busca GENERAR más críos, GENERAR más riqueza, GENERAR más eficiencia. Y OCIOSO por que invierte una cantidad de energía inmensa en una EXPLOSIÓN que termina por desaparecer de forma efímera, veamos el ejemplo del BDSM, se planea, se busca o incluso construye el espacio y tiempo necesarios para llevarse a cabo, se invierte energía en cantidades excesivas, para que, cuando todo termine en el orgasmo de todos los participantes, no nos quede absolutamente nada, nos queden las manos completamente vacías, solo el golpe de hormonas, el éxtasis que viene de ello y el recuerdo de lo acontecido…nada.

Lo ANIMAL busca la proliferación de la vida. Lo HUMANO busca el éxtasis de la Muerte.

Esa búsqueda de la NADA, a la que retamos una y otra vez, es lo HUMANO y por consiguiente: Cualquier identidad de Género, en este caso el HOMBRE es solo una forma más de buscar esa NADA… esa Muerte. Es la forma en la que un individuo la llama, la experimenta y se apropia de ella… seduce.
Seducir es hacerse pedazos y esos pedazos son los signos que viajan en el
diálogo de la sexualidad. Nadie es quien para decirnos como hacernos pedazos y que pedazos le das a quien para experimentar la MUERTE juntos. Pero hay pedazos que llaman nuestra atención más que otros, el Fetichismo es claro ejemplo de ello. Esa es la razón por la cual no vivimos desnudos, la vestimenta es una herramienta (de muchas) que nos ayuda a destellar los pedazos (no solo del cuerpo si no que, más aun, de nuestra personalidad) que queremos que el Otro volteé a ver. Género es Exhibicionismo. Sexualidad es Voyeur.

Entonces afirmamos:
Ser HOMBRE es querer ser… Nada.
Pero una Nada que solo uno mismo le dé definición y que el Otro encuentre
relevante. La NADA es un espacio de construcción y elección.
El MACHO es Animal Político (al que se le tiene que decir que hacer y replica este sistema en sus semejantes) y se trasgrede a través del HOMBRE (el que quiere ser, el que aspira a la NADA)

LA NADA ES UN ETERNO CUESTIONAMIENTO.

Por Rogelio Valerio

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