¿Fuera del clóset BDSM o agente de cambio?

Salir del “closet BDSM” es todo un tema. Algunos piensan que la única forma de mostrar que se es auténtico y un practicante de verdad es mostrando el rostro. Otros piensan que realmente el mostrar el rostro no es algo tan relevante y que la privacidad debe ser cuidada ante todo. La realidad es que la decisión de mostrar o no el rostro o de utilizar o no tu nombre real, es una decisión única y muy personal y no te hace ni más ni menos practicante.

En mi caso, hace 12 años, cuando comencé, no mostraba mi rostro en los perfiles que me hacía pero sí enviaba fotos a mis contactos, ya que para mí era importante tanto conocer a la persona que estaba del otro lado del monitor como que me conocieran.

Con el paso del tiempo y el nacimiento de Calabozo, “oculté” por un tiempo mi identidad ya que la idea de que mi familia pudiera enterarse me aterrorizaba. Después me di cuenta que mi familia sabía (a medias) lo que hacía. Esto porque me veían haciendo floggers y accesorios, así que poco a poco les fui “soltando” información, hasta el punto que se sintieron cómodos con el tema. Ellos saben que Marqués y yo administramos un grupo de BDSM y saben que hacemos fiestas, talleres e incluso nos han visto cuando salimos en tele.

En cuanto al trabajo tengo la fortuna de estar en un medio (diseño y comunicación gráfica) en donde ser “rarito” es tolerado. Quizá por eso no he tenido malas experiencias. Antes de que me desclosetara, tuve la experiencia de que un cliente, durante una reunión y sin mayor reparo, me sacó del clóset diciéndome: “¿Pues a ti te gusta pegar no? Te vi en un video de X diario”. Al momento sí fue shokeante, pero al observar su reacción tranquila y sin problema me dio la seguridad suficiente de decirle que había sido en una fiesta y me había divertido mucho y no volvimos a hablar del tema nunca más. Al momento de hacer este escrito, varios de mis clientes saben que soy practicante de BDSM y más allá de ocasionarme un problema con ellos, me ha servido para poder hablarles de este tipo de prácticas e incluso de aclararles dudas.

Estar “desclosetada” me da tranquilidad. Es una de las mejor formas de evitar chantajes, estar un poquito más segura y me da oportunidad de hablar del tema con gente cercana. Aunque estoy perfectamente consciente que esto no es así para todos: hay quien ha salido del clóset y le ha costado sus relaciones familiares, de pareja y de trabajo. Es por esto que hay que valorar primero todo lo que se puede afectar al salir del clóset BDSM, pero, sobre todo, estar dispuestos a afrontar las consecuencias resultado de nuestra decisión, porque no hay vuelta atrás.

Independientemente de esta decisión, creo firmemente que el estar enclosetados no debería ser motivo para no ser un agente de cambio. ¿A qué me refiero con esto? Simplemente al hecho de que creo que todos los que participamos y tenemos gustos por estas expresiones comportamentales de la sexualidad deberíamos de sentirnos bien con nuestros gustos, estar informados y estar orgullosos de lo que hacemos y de quiénes somos y reflejarlo en la sociedad. No con esto quiero decir que vayas diciendo a diestra y siniestra que eres practicante de BDSM, pero si estás en alguna plática y alguien comenta una barbaridad sobre lo que es el BDSM, sería recomendable informar sobre lo que realmente es el tema y no quedarnos callados. El silencio y la falta de información perpetuán los tabúes y los prejuicios. Está en todos los practicantes no permitir que esto suceda. Aunque no salgan del closet, ser un agente de cambio es importante y es por el bien de todos.

 

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